El pasado 18 de mayo, en el intenso escenario de nuestro Instituto, la magia de las artes cobró vida a través de los estudiantes de Secundaria, quienes atesoran en su corazón el legado inmortal de nuestro ilustre bardo, William Shakespeare. La noche se erigió como una embajadora de la gracia y la oportunidad, ofreciendo un lienzo perfecto para desplegar la majestuosidad de la obra “El Mercader de Venecia”, en su idioma original.
Admiramos con deleite los talentos y la maestría de nuestros jóvenes intérpretes, quienes con destreza y dominio absoluto del lenguaje, dieron vida a cada palabra y sutileza de la trama. Nuestros ojos fueron testigos de un despliegue de esplendor visual, con los personajes engalanados en atuendos impecables, mientras una escenografía espectacular abrazaba cada momento de esta representación memorable.
Pero hubo algo más, algo que trascendió los límites del escenario: las escenografías fugaces que emergían y desvanecían, guiando al público hacia las profundidades de una trama fascinante, donde dos mujeres notables, tanto en la obra como entre nuestros estudiantes, tejieron un relato cautivador en armonía con su talento excepcional.
La obra se desplegó en tres actos, y durante los dos intermedios, nos vimos sorprendidos por expresiones artísticas que elevaron nuestra experiencia a cotas insospechadas.
En el primer receso, el baile contemporáneo nos cautivó con su esencia, llevándonos a aplaudir de pie ante el encanto y la gracia de las niñas de primaria y kínder, quienes deleitaron a los presentes con su actuación. Y luego, las niñas de primaria y secundaria se expresaron con una coordinación y un ritmo arrolladores, demostrando que la pasión y el talento no conocen límites de edad.
En el segundo intermedio, la rondalla de nuestro Instituto nos envolvió en una melodía celestial, haciendo que los asistentes cantaran al unísono al compás de “Oh, Sole Mío!”.
Fue un momento de comunión, donde las voces se unieron en una sinfonía de alegría y emoción. Las familias presentes se sumergieron en esta experiencia, deleitándose con un nivel de expresión y actuación que alcanzó alturas sublimes.
Fue un testimonio vivo de la pasión, el compromiso y el talento que se cultivan diariamente en nuestra escuela.